El oficio de contar

Yo no soy escritor, sino alguien con cosas que contar. Que utiliza el papel y la pluma como medio para llegar a ti. Y escribo porque así  ordeno mis ideas,les pongo un poco de sal y te dejo en el platito algo para pensar.

El oficio de contar no es exclusivo de quien escribe sino de quien vive, de aquel que, por estar en el mundo, le suceden cosas maravillosas y otras no tanto, personas que se llenan de razones y que al igual que el poeta, deben contar a gritos, si fuera necesario,aquello que los encadena y los somete.

 Yo no escribo porque sí, siempre hay una razón que nos mueve ¿verdad? ,a realizar este antiguo ejercicio que es la escritura. Si no tuviera las ondas tú no me escucharías pero eso no impediría que siguiese gritando, cantando o recitando lo que pienso. Porque callar las cosas es encerrarse uno mismo con sus problemas, es tapar la luz de las ventanas con algo más de velo que la cortina y ahí, las flores  se nos apagan, se nos mueren.

 No hay peor censura que la del miedo, que la del NO A TODO, no hay peor dolor que el dolor de quien lo siente por decir lo que piensa. Hoy te hablo a ti, que también tienes  » el duro oficio de contar» lo que te está sucediendo, pero que siempre sales con una sonrisa a la calle porque en casa no te dejan sonreír.

Sonreír es un pecado para la gente en conflicto,  para el hombre y la mujer que maltrata, porque viven de hacer daño y se alimentan del llanto, porque son como garrapatas que chupan sangre, parásitos del amor que necesitan tu silencio para seguir siendo personas maravillosas que se comportan en los bares como príncipes y como verdugos en sus casas .

 La violencia de género no entiende de géneros sino de educación y respeto, y no de silencio y miradas caídas, de amenazas y agresiones. Tienes una dura tarea por delante, el oficio de contar con los demás, el oficio de contarles tus cositas. Busca ayuda, hay muchos que ya saben de tu problema incluso antes que tú y llevan tiempo esperando tu llamada.

Qué dura es la vida. Pensarás. No,duro es luchar por ser feliz, la vida es un camino no un vehículo y de ti depende la velocidad o la comodidad con la que hagas el trayecto. Bájate del tren en marcha, hay un paisaje precioso si lo paseas, hay flores que no se ven desde un tren y personas que te enseñan que sólo tienes una vida y el derecho a disfrutarla.

La vida son las cosas que te pasan, tu decides si escribir una historia o sufrir una pesadilla, porque cuando lo peor ha pasado las marcas desaparecen, y donde antes había heridas, ahora hay besos, y donde antes había insultos ahora hay un te quiero y ese te quiero te hará quererte a ti misma, a ti mismo un poquito más cada día.

Ojalá todas las mañanas fueran como las de mis amigos Ángela y Domingo, no se pueden querer más y les sale la ternura por cada poro y ese amor los ha hecho ser más necesarios para mi, como mi amigo Antonio Guerra que no digo los años que lleva casado para no recordarle que ya lleva una vida con ella. Es en los ojos de mi gente donde se escriben sus historias y en el brillo que tienen se adivina la paz y la alegría.

Busca pues, la paz. El amor no es una cacharreria sino la orilla de un mar en calma. Que no se escuchen nunca en un hogar los gritos, y que no tiemble el pulso para abandonarlo como no les tiembla a ellos para agredir, de cualquier forma, como cobardes, con esas cinicas sonrisas que pasean por las fiestas y nos hacen creer que son buenas personas y son delincuentes de mierda sin más oficio que el de contar una a una las veces que te han pegado  por merecer algo más en la vida.

 

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                                                                     Santos Garrido López

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