La envidia, un freno a tu ingenio

La envidia es una excusa para abrir los ojos, no un motivo para mirar a otro lado.
Plantéate porque a fulanito o menganito no lo soportas, si es porque su voz te indigesta o porque te gustaría tener su voz para decir las mismas cosas que dices pero con más estilo.
La envidia es un vaso siempre medio vacío, del que no bebés porque piensas que es veneno, aunque te mueras de sed, aunque sepas que es el único vaso del mundo. No deshidrates la lógica de aquel que destaca por encima del resto, y no hagas de esta sed la sed de los cobardes, el orgullo del que muerde la mano que da de comer al hambriento.
No imites, aprende, y con tu propio estilo, aprovecha la oportunidad del que por valía, suerte u oportunismo nos muestra el camino del éxito.
Una mujer, un coche, un empleo, una palabra que duela por no haber sido pronunciada por ti, nada de esto te hace especial, especial te hace no morir en el intento, no luchar por tus méritos.
Intoxicado en tu casa, criticando a este o al otro, no cambiarás nunca, siempre serás negativo, indecente contigo mismo,sino abres los ojos y luchas con humildad contra ese monstruo al que llamamos envidia y tú lo llamas odió pasajero, sin acordarte de que llevas años cambiando de canal cuando aquel sale, cambiando de acera cuando te cruzas con el otro, no mirando un Ferrari que deseas parado junto a ti en un semáforo o pensando que el vecino la tiene que tener muy gorda para estar con tu vecina. No te engañes, la humildad te hace encontrar modelos, metas para tu vida.
«El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Veo mucho miedo en ti» amigo, te hubiera dicho Yoda, ¿Pero y la envidia, no es la envidia acaso una forma de miedo? No acabes en el lado oscuro, de éste ya no se vuelve, y serás para las mentes abiertas alguien que ,en vez de envidia, cause pena, y la pena, y esto te lo digo yo, te llevará al recelo de aquellos que se apartan de los ladinos.
Reinvéntate, traga saliva y aunque no se lo digas a nadie piensa: qué cabrón, yo quiero ser como él.

                                                          Santos Garrido López<br /><br />

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